TierraméricaPor Edward Norton
Espero con ansias el momento en que Estados Unidos se convierta formalmente en una nación empeñada en preservar y proteger la vida en el planeta, afirma en esta columna el actor estadounidense Edward Norton.
Espero con ansias el momento en que Estados Unidos se convierta formalmente en una nación empeñada en preservar y proteger la vida en el planeta, afirma en esta columna el actor estadounidense Edward Norton.
NUEVA YORK, 20 sep (Tierramérica).- Si de algo sirvió la tragedia del derrame de petróleo en el Golfo de México fue para recordar al mundo que la biodiversidad y la salud de los ecosistemas no son abstractos conceptos científicos.
La diversidad biológica y el buen estado de los ecosistemas son el sostén vital de la sociedad humana y debemos defenderlos ya de los muchos peligros que los acechan.
La producción de alimentos y energía en la tierra y el mar, el turismo, la construcción y muchas otras industrias y actividades han mostrado ser muy destructivas de los hábitat marinos y terrestres.
Y aunque el nexo estrecho entre la variedad de formas de vida vegetal y animal y el bienestar humano se comprende ahora mejor que nunca, son sombrías las noticias sobre el insuficiente esfuerzo mundial por preservar la biodiversidad del planeta.
La red de la vida de la que todos dependemos se hace trizas a una velocidad cada vez mayor, mientras las acciones para preservarla son todavía penosamente lentas e inadecuadas.
Nuestro fracaso puede atribuirse, en parte, a la percepción equivocada de que conservar la biodiversidad es más que nada un legado para el futuro. Pero las conclusiones de la tercera edición de la Perspectiva Mundial sobre la Biodiversidad (GBO3 por sus siglas en inglés), dieron por tierra con ese malentendido.
Publicada en mayo e inspirada en 120 informes nacionales de los países partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica, la GB03 advierte de que sin una acción colectiva, los ecosistemas afrontarán situaciones extremas que expondrán las vidas y el sustento humanos al borde de una degradación y un colapso irreversibles.
Aunque los pobres son particularmente vulnerables, nadie en el planeta es inmune a los impactos de la deforestación, la extinción de especies, la muerte de los arrecifes de coral, la pérdida de lagos y la acidificación de los océanos.
Unos 1.000 millones de personas en los países en desarrollo dependen de la pesca como fuente primaria de alimentación. Sin embargo, 80 por ciento de las zonas pesqueras están agotadas o excesivamente explotadas.
“La idea de que el crecimiento económico es independiente de la salud ambiental y de que la humanidad puede expandir indefinidamente su economía es una falsa y peligrosa ilusión”, dijeron biólogos de la Stanford University de California.
Por consiguiente, sólo mediante una firme conservación de los recursos naturales podrán las generaciones futuras satisfacer sus necesidades de alimentación, salud, energía y seguridad.
Hemos identificado las principales causas de la pérdida de biodiversidad: la alteración de los hábitat, la explotación excesiva, la contaminación, la expansión invasiva de especies exóticas y el cambio climático.
El compromiso y la educación son aliados para luchar contra estas amenazas. Pero sólo una dedicación mundial más profunda y una acción concertada de todos los Estados servirán para detener y probablemente revertir esas intimidantes tendencias.
Tenemos en los próximos días dos oportunidades importantes para dar una respuesta global a esas amenazas.
El 22 de septiembre, en observancia del Año Internacional de la Biodiversidad, los gobernantes mundiales tendrán una ocasión única para definir una nueva estrategia en materia de biodiversidad, como la introducción de nuevas prácticas sostenibles en el uso de la tierra y los recursos, la expansión de las áreas protegidas y la puesta en práctica de planes para conciliar el desarrollo con la conservación.
Por primera vez en la Organización de las Naciones Unidas, jefes de Estado y gobierno de 192 naciones tendrán un encuentro exclusivamente dedicado a la crisis de la biodiversidad.
Y en octubre se celebrará en Nagoya, Japón, la reunión de los 193 Estados Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica, en la que adoptarán un nuevo plan estratégico para el período 2011-2020, con objetivos renovados y una nueva perspectiva de la biodiversidad para 2050.
Conseguir un éxito significativo de este esfuerzo requerirá total compromiso de todas las naciones. En este aspecto, Estados Unidos no está a la altura de las circunstancias: de momento sigue siendo uno de los tres países del mundo que no han ratificado su adhesión al Convenio.
El presidente Barack Obama expresó enérgicamente su compromiso para enfrentar la crisis ambiental. En la conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, celebrada en diciembre de 2009 en Dinamarca, habló de “nuestras responsabilidades de dejar a nuestros hijos y nietos un planeta más limpio y más seguro”.
Puesto que es el más amplio tratado sobre biodiversidad aprobado hasta la fecha, el Convenio proporcionará una oportunidad única a Obama para que asuma esas responsabilidades y estimule una renovada dedicación de la comunidad internacional.
Esperamos con ansiedad el momento en que Estados Unidos se una a los campeones de la biodiversidad y se convierta formalmente en una nación empeñada en preservar y proteger la vida en el planeta.
La diversidad biológica y el buen estado de los ecosistemas son el sostén vital de la sociedad humana y debemos defenderlos ya de los muchos peligros que los acechan.
La producción de alimentos y energía en la tierra y el mar, el turismo, la construcción y muchas otras industrias y actividades han mostrado ser muy destructivas de los hábitat marinos y terrestres.
Y aunque el nexo estrecho entre la variedad de formas de vida vegetal y animal y el bienestar humano se comprende ahora mejor que nunca, son sombrías las noticias sobre el insuficiente esfuerzo mundial por preservar la biodiversidad del planeta.
La red de la vida de la que todos dependemos se hace trizas a una velocidad cada vez mayor, mientras las acciones para preservarla son todavía penosamente lentas e inadecuadas.
Nuestro fracaso puede atribuirse, en parte, a la percepción equivocada de que conservar la biodiversidad es más que nada un legado para el futuro. Pero las conclusiones de la tercera edición de la Perspectiva Mundial sobre la Biodiversidad (GBO3 por sus siglas en inglés), dieron por tierra con ese malentendido.
Publicada en mayo e inspirada en 120 informes nacionales de los países partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica, la GB03 advierte de que sin una acción colectiva, los ecosistemas afrontarán situaciones extremas que expondrán las vidas y el sustento humanos al borde de una degradación y un colapso irreversibles.
Aunque los pobres son particularmente vulnerables, nadie en el planeta es inmune a los impactos de la deforestación, la extinción de especies, la muerte de los arrecifes de coral, la pérdida de lagos y la acidificación de los océanos.
Unos 1.000 millones de personas en los países en desarrollo dependen de la pesca como fuente primaria de alimentación. Sin embargo, 80 por ciento de las zonas pesqueras están agotadas o excesivamente explotadas.
“La idea de que el crecimiento económico es independiente de la salud ambiental y de que la humanidad puede expandir indefinidamente su economía es una falsa y peligrosa ilusión”, dijeron biólogos de la Stanford University de California.
Por consiguiente, sólo mediante una firme conservación de los recursos naturales podrán las generaciones futuras satisfacer sus necesidades de alimentación, salud, energía y seguridad.
Hemos identificado las principales causas de la pérdida de biodiversidad: la alteración de los hábitat, la explotación excesiva, la contaminación, la expansión invasiva de especies exóticas y el cambio climático.
El compromiso y la educación son aliados para luchar contra estas amenazas. Pero sólo una dedicación mundial más profunda y una acción concertada de todos los Estados servirán para detener y probablemente revertir esas intimidantes tendencias.
Tenemos en los próximos días dos oportunidades importantes para dar una respuesta global a esas amenazas.
El 22 de septiembre, en observancia del Año Internacional de la Biodiversidad, los gobernantes mundiales tendrán una ocasión única para definir una nueva estrategia en materia de biodiversidad, como la introducción de nuevas prácticas sostenibles en el uso de la tierra y los recursos, la expansión de las áreas protegidas y la puesta en práctica de planes para conciliar el desarrollo con la conservación.
Por primera vez en la Organización de las Naciones Unidas, jefes de Estado y gobierno de 192 naciones tendrán un encuentro exclusivamente dedicado a la crisis de la biodiversidad.
Y en octubre se celebrará en Nagoya, Japón, la reunión de los 193 Estados Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica, en la que adoptarán un nuevo plan estratégico para el período 2011-2020, con objetivos renovados y una nueva perspectiva de la biodiversidad para 2050.
Conseguir un éxito significativo de este esfuerzo requerirá total compromiso de todas las naciones. En este aspecto, Estados Unidos no está a la altura de las circunstancias: de momento sigue siendo uno de los tres países del mundo que no han ratificado su adhesión al Convenio.
El presidente Barack Obama expresó enérgicamente su compromiso para enfrentar la crisis ambiental. En la conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, celebrada en diciembre de 2009 en Dinamarca, habló de “nuestras responsabilidades de dejar a nuestros hijos y nietos un planeta más limpio y más seguro”.
Puesto que es el más amplio tratado sobre biodiversidad aprobado hasta la fecha, el Convenio proporcionará una oportunidad única a Obama para que asuma esas responsabilidades y estimule una renovada dedicación de la comunidad internacional.
Esperamos con ansiedad el momento en que Estados Unidos se una a los campeones de la biodiversidad y se convierta formalmente en una nación empeñada en preservar y proteger la vida en el planeta.
* Edward Norton es estrella del cine estadounidense y embajador de buena voluntad de las Naciones Unidas para la Biodiversidad. Derechos exclusivos IPS.
Nenhum comentário:
Postar um comentário
O que você pensou sobre isto?
Mande sua opinião!